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Escrito por Anita Creamer
Cuando la residente del Oeste de Sacramento Charlotte Dorsey se enteró a finales de 2014 que un servicio de autobús local de bajo costo para adultos mayores estaba en peligro de perder su financiamiento (1), ella decidió organizar a sus vecinos para salvar dicho servicio de transporte.
“Todos se estaban quejando sobre esto,” dijo Dorsey, una activista comunitaria del Oeste de Sacramento que sirve en el Área 4 de la Agencia de Envejecimiento y el consejo del concilio de la Alianza de Envejecimiento Sano de Yolo (Condado)
Pero nadie sabía que hacer hasta que Dorsey los organizó a todos para hablar en la reunión del concilio de la ciudad.
“Siento que es importante que la experiencia de las vidas de las personas pueda ser comunicada,” dijo Dorsey, quien indica que su edad esta “por encima de los 65.” “Yo ciertamente he sentido la actitud de la gente que no sabe cómo hablarle a los seniors y quienes los dejan fuera de la conversación o consideran que sus opiniones son menos importantes.
“Pero aún tengo un cerebro. Todavía tengo cosas que decir. Es importante que los seniors sean escuchados y reconocidos, y es importante que sus opiniones sean consideradas en las decisiones hechas por la comunidad.”
Muy a menudo, lo opuesto ocurre. A pesar de los muy reconocido clichés acerca de la sabiduría de la edad, la sociedad a menudo desconsidera las opiniones, preferencias y experiencias de sus ancianos. Un resultado puede ser lo que los investigadores llaman “lenguaje para los ancianos” – el estilo de comunicación simplificado y condescendiente que algunas personas más jóvenes utilizan para hablar con los adultos mayores. A pesar de que a menudo no es intencional, dicho trato puede contribuir a sentimientos de exclusión social y aislamiento entre los ancianos.
Los senior LGBT son particularmente vulnerables a sentirse aislados. Cuando se trasladan de sus barrios de mucho tiempo a un centro de cuidados para ancianos, los adultos mayores gay y lesbianas pueden perder su sentido de comunidad- y hasta ser forzados de vuelta en el closet dice Tripp Mills, directora adjunta de los servicios para seniors del Centro de LGBT de Los Ángeles.
“Ese es su miedo más grande,” dice Mills, cuyos programas atraen a 1,500 participantes. “Mucho pudiera cambiar para las futuras generaciones, pero por ahora, las parejas serán divididas entre diferentes centros para ancianos.
“Lo que más me habla a mi es esa profunda sensación de aislamiento que los sénior LGBT pueden sentir. Nuestra respuesta es darles una voz. Eso es parte de lo que estamos haciendo acá. Estamos reconociendo a la generación Stonewall en nueva forma. Queremos empodera a nuestros seniors a tener una voz.”
Una solución práctica: centros amistosos con los ancianos gay – tales como Stonewall Gardens en Palm Springs, Belmont Village en West Hollywood y una propuesta comunidad de vivienda asequible para ancianos LGBT en Sacramento- pueden ayudar a cerrar la brecha para brindar una comunidad de apoyo para los gay y lesbianas al envejecer.
Incluir a las voces de los adultos mayores también significa entender la necesidad de construir puentes entre las diferencias en cultura y lenguaje que puede dejarlos sin ser escuchados.
“Las barreras de lenguaje y cultura puede hacer sentir a las personas incómodas cuando piden ayuda,” dijo Amy Phillips, directora de servicios seniors en el Centro de Servicio de Little Tokio en Los Ángeles (9). “En ciertas culturas cuando existen los valores de cuidar de los tuyos, es aún más difícil pedir ayuda. Los adultos mayores japoneses, chinos y coreanos dirán que intentaron en su centro de seniors local, pero nadie habla su idioma o entiende lo que ellos necesitan.”
En otros casos, dijo ella, los seniors musulmanes que observan costumbres dietéticas religiosas, no saben que pueden dar a conocer sus preferencias a los proveedores de alimentos en los centros para seniors.
En San José, una manera innovadora que está pasando es a través del Project SHINE (Students Helping an International of Elders), de la Universidad Estatal de San Jose, el cual cada semestre conecta a cerca de 90 estudiantes con adultos mayores en la comunidad inmigrante local. Parte de una red nacional de casi 20 universidades participantes, el programa ayuda a los ancianos que no hablan inglés a mejorar sus habilidades lingüísticas y prepararse para sus exámenes de ciudadanía.
Pero también hace más.
“Es algo muy ‘cool’,” dijo Dianne Jardinez, directora de programa del Proyecto SHINE, quien fue voluntaria del programa cuando era estudiante. “Siento que gané una relación significativa y aprendí mas de ellos, en lugar de ser solo una voluntaria.
“Tengo más respeto por los inmigrantes adultos ahora.”