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Jorge “Doc D” De Diego recuerda bien el 12 de noviembre de 1961. Fue el día en que llegó a los Estados Unidos de Cuba, su patria devastada por la revolución, en uno de los vuelos de la “Operación Peter Pan” apoyados por funcionarios del gobierno de los Estados Unidos y la Iglesia Católica.
De Diego, entonces de 15 años, tendría que esperar 18 años hasta poder reencontrarse con su padre. Pero a los 20 años, después de convertirse en ciudadano estadounidense, dio un paso importante mientras vivía y trabajaba en Los Ángeles: se registró para votar.
“Vine a los Estados Unidos para obtener la libertad”, dice De Diego, ahora de 71 años y un pediatra muy conocido en el área de Miami. “Sabía que después de venir a los Estados Unidos, tenía que hacer oír mi voz. Registrarme para votar fue una de las formas, y tal vez la única forma, de poder hacerlo”.
De Diego se matriculó en la Universidad de Oklahoma y obtuvo su título de médico. Sigue siendo un orgulloso alumno de OU. “Soy un Okie cubano”, bromea.
Pero para De Diego, registrarse para votar no es asunto de broma. “La gran mayoría del éxodo de Peter Pan de la Cuba comunista abrazó este hermoso país. Nos convertimos en profesionales y estamos orgullosos de honrar el privilegio de votar en cada elección realizada”, dice De Diego.
AARP Florida está trabajando para equipar a todos los residentes elegibles con las herramientas que necesitan para registrarse y participar en las elecciones de 2022. Para obtener información completa sobre la participación de los votantes, visite: la guia para votar.
Para muchas personas nacidas y criadas en los Estados Unidos, registrarse para votar y participar en las elecciones es una tarea cívica y, a veces, se pierde en medio de las demandas de preocupaciones diarias más apremiantes. En 2016, EE. UU. ocupó el triste puesto 30 en participación de votantes entre 35 países en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según un estudio de Pew Research.
Incluso en 2020, cuando el total de votos alcanzó niveles históricamente altos, solo el 62 % de la población en edad de votar de EE. UU. acudió a votar, lo que coloca a EE. UU. por debajo del promedio de la OCDE. Ese año, la participación de EE. UU. estuvo empatada con la del Reino Unido y se ubicó por debajo de la participación electoral en España.
Pero el derecho al voto a menudo es tomado muy en serio por aquellos estadounidenses naturalizados que han emigrado aquí desde países que no disfrutan de las libertades políticas estadounidenses.
“Las personas que vienen de lugares que son comunistas por naturaleza, realmente disfrutan ser parte de los Estados Unidos de América”, dice De Diego. “Viví en un país donde no hay libertad, ni libertad de religión, ni libertad de nada”.
De Diego no está solo. El registro de votantes hispanos/latinos en la Florida ha crecido un 59 por ciento desde el 2014, superando con creces el crecimiento general del registro de votantes, según la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (NALEO), una organización no partidista sin fines de lucro.
Sin embargo, lo que realmente importa no es cuántas personas son elegibles o incluso registradas para votar, sino cuántas realmente votan. Una vez más, los votantes hispanos-latinos de la Florida están marcando un ritmo acelerado.
Se proyecta que la participación de votantes hispanos-latinos sea del 74.5 por ciento en 2022, según NALEO. Eso es más de 10 puntos más que la participación electoral general del 63 por ciento en las últimas elecciones de mitad de período en el estado en 2018, según la División de Elecciones de la Florida.
“Regístrese y vote con el corazón y vote por este país que le ha dado la libertad y la oportunidad de salir adelante en la vida”, dice De Diego. “Tienes que amar a este país y tienes que votar por lo que sea correcto para este país. Vote por la libertad, vote por la felicidad y vote por la justicia para todos, no para algunos.”